Si el cómic primitivo tendía a exaltar la guerra como escenario épico, en tiempos más recientes las viñetas han ido escorándose hacia miradas menos complacientes hacia este fenómeno. Y el manga no ha sido, desde luego, una excepción. Es el turno de Okinawa, la obra cumbre del dibujante Susumu Higa, inspirada en un episodio de la Segunda Guerra Mundial y que llega por fin a las librerías españolas de la mano de Norma Editorial.
Los hechos reales se produjeron entre abril y junio de 1945 con la puesta en marcha de la Operación Iceberg, el mayor asalto anfibio en el Teatro del Pacífico. Fueron 82 días de combates que arrojaron un terrible saldo de bajas: 100.000 muertos en el bando japonés, incluyendo una enorme cantidad de víctimas civiles, y más de 20.000 entre los aliados británicos y estadounidenses.
Publicada originalmente por entregas en la revista Big Comics, la historia de Okinawa, dividida en dos partes (La espada de arena y Mabui), se remonta a los momentos previos al ataque, cuando el ejército nipón desembarca en la isla para preparar la defensa. Esto supone una radical novedad en la vida de los lugareños, que ven cómo sus rutinas y tradiciones son perturbadas. Pero nadie puede imaginar el infierno que está a punto de ser desatado. Con una exquisita línea clara y vocación realista, Susumu Higa proyecta en Okinawa una mirada en dos direcciones: hacia el pasado alrededor de la batalla, y hacia el presente, con la continuidad de la ocupación estadounidense, que desde entonces mantiene en el archipiélago el 75 % de sus bases militares en el país del sol naciente. Y lo hace a través de una serie de historias interconectadas, muchas de ellas oídas por el propio autor de sus padres, que revelan el absurdo de la guerra y el modo en que las armas condicionan la vida en todo su espectro, desde la alimentación a la economía.
A pesar de que la obra de Susumu Higa rebosa amor por su tierra natal, y que página tras página adquiere el valor de verdadero testimonio de la barbarie, él insiste en que Okinawa entraña una lectura universal, que trasciende el contexto temporal y geográfico de estas historias. “Espero que haya ese elemento de humanidad compartida, de empatía por el otro”, asegura. “Los problemas de Okinawa no son sólo problemas de Okinawa; están conectados con problemas globales”.
13 de junio de 2025