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La esencia de la realidad

El tercer volumen de Promethea nos propone el viaje más alucinante, psicotrópico y cabalístico que jamás un autor de cómic se haya atrevido a plantear. Abróchense los cinturones, Promethea se pone definitivamente raro.

Para todos aquellos que hayan leído el anterior volumen de Promethea (y lo que no, ya están tardando) confirmarles que el último número del mismo es un claro adelanto de lo que encontrarán en éste. Atrás han quedado ya aquellos tiempos de aventuras pulp y batallas contra demonios; de lo que ahora se trata es de entender el mismo tejido de la realidad.

Este tercer volumen se articula a través de dos historias, el viaje de Sophie Bangs -la actual Promethea- a través de las Sephirot (no me pidan que les explique esto, por favor) con el objetivo de, primero, encontrar a Bárbara, su predecesora, y más tarde de encontrar al marido de ésta, por supuesto ambos fallecidos. En el mundo material, veremos a una nueva Promethea (¿o debería decir antigua?) y el fin de la trama del delirante alcalde de New York y de los millones de demonios que alberga en su interior.

Promethea no es un cómic más. Es -me atrevo a proponer- una de las obras más importantes de Alan Moore, o al menos de ese Alan Moore que ha decantado sus intereses hacía la magia, el tarot, la cábala y la mismísima interpretación de la esencia del universo. Promethea es un viaje de conocimiento donde una heroína pulp nos hace de Virgilio. Abstruso, sí; culto, también; con infinitas referencias que van desde la magia hermética hasta los arquetipos jungianos, por supuesto. Pero es una obra de tal fuerza mitológica que deja huella. Y si en algún momento se pierden y no saben ni siquiera en qué esfera de la realidad se encuentran, no se preocupen, siempre van a tener ahí los realmente impresionantes dibujos de J.H. Williams III y sus maravillosos diseños de página, brillantes hasta el delirio. Atrévanse. David D. Domínguez.

11 de enero de 2008