Ben soltó un alarido nada más despertarse:
—¡Mamá! ¡Papá! ¡FUEGO! ¡FUEEEGOOO!
Saltó de la cama y bajó las escaleras con una elegan
cia comparable a la de un asno en patinete.
De la cocina salía una oscura
humareda. Ben cogió aire
y abrió la puerta con decisión.
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