El dibujante Manu Larcenet derrocha imaginación y buen humor en esta memorable serie, cuya edición integral ve la luz en España de la mano de NORMA Editorial
El bloqueo mental, la falta de inspiración o el terror a la página en blanco han sido motivos recurrentes a lo largo de la historia de la literatura y del arte. Escritores, dibujantes y pintores han querido así convertir una situación adversa en material productivo, al tiempo que reflexionaban sobre los misteriosos mecanismos de la creación. Y eso es lo que hace magistralmente el francés Manu Larcenet en Terapia de grupo, una obra magna que ve ahora la luz en España, en edición integral, de la mano de NORMA Editorial.
La historia comienza con Jean-Eudes de Cageot Goujon, más conocido bajo el seudónimo de Manu Larcenet, como un artista acabado. No siempre ha sido así: en tiempos anteriores había logrado concitar tanta fama y amasar tanto dinero, que era conocido como “el Donal Trump del arte”, según cuenta él mismo. “Pero eso era antes. Cuando tenía ideas”.
Recostado en su mesa de dibujo, ojeroso, contempla el agujero negro que se abre ante él, intenta emborronar hojas, pero todos acaban estrujados entre sus manos, camino de la papelera. Crear se ha convertido ya para él en una cuestión de supervivencia. Haciendo acopio de las pocas energías que le quedan, arrojándose sobre todos los espejismos, el dibujante va de fracaso en fracaso, de soledad en soledad, para levantarse cada día más y más hundido, destrozado. Pero, paradójicamente, es entonces cuando el artista va a dar lo mejor de sí mismo, desplegando ante el lector un enorme abanico de imaginación, virtuosismo gráfico y humor.
El dibujante contaba así a France Culture el proceso de esta obra. “A diferencia de lo que he hecho últimamente, esta vez se trata de una improvisación total hasta el final con Terapia de grupo, es decir, dibujo una página, doy vueltas alrededor de mi mesa durante tres o cuatro días, y si funciona tanto mejor. Lo pruebo todo al impulso de la emoción artística”, comenta.
Su motor, según confiesa, es “el miedo a quedarse sin inspiración, el miedo al miedo. He llegado a una edad en la que no quiero precipitarme, quiero hacer algo personal, mi personalidad es un caos y he decidido convertir eso en una ventaja. Quiero hablar de dibujo, de creación y de ideas. Todos tenemos ideas, pero la idea correcta lleva toda una vida de trabajo. Mi idea es estar lo más cerca posible de mi propia psique”.
De hecho, la terapia del título se corresponde con un tratamiento real. “Llevo treinta años en terapia. Me han diagnosticado bipolaridad dos veces. Ser bipolar es clínico, es visible. Estoy en tratamiento y se lo cuento a la gente. Cuando me hice mayor, entré en razón y el tratamiento me salvó”, dice Larcenet, quien asegura –como queda de manifiesto en la obra– que la pintura actúa sobre él como una medicina. "La pintura es una forma de terapia. Hay un cuadro de Cézanne en Orsay que vi cuando tenía 13 o 14 años y me pasé horas sentado delante de él. Es poderoso, es como una sensación de bienestar, la impresión de haber encontrado a alguien que sólo me hablaba a mí".
4 de marzo de 2024